Los “insectos palo”, también conocidos por “fásmidos”, constituyen un gran grupo de artrópodos que pertenecen a la Clase Insecta. El nombre de “fásmido” (Phasmida o Phasmatodea), procede del griego antiguo (phasma, aparición o espíritu) debido a que tienden a camuflarse y pasar muchas veces totalmente desapercibidos en su entorno y son también son conocidos comúnmente por su aspecto corporal como insectos palo, insectos hoja, insectos corteza, palote, zacatón, matacaballo, mariapalito, la mayor parte de estos últimos nombres procedentes de los países iberoamericanos.
Se encuentran descritas en todo el mundo aproximadamente 3000 especies y entre estas se pueden distinguir desde los insectos con colores más llamativos, más pesados y de mayor tamaño (30-40 gramos de peso y 20 cm envergadura) habituales de zonas tropicales y selváticas del Sur de Asia, América del Sur y Oceanía, hasta las pequeñas especies europeas donde se localizan alrededor de un centenar de las mismas con cuerpos finos mucho más estilizados (5-10 gramos y 3-10 cm envergadura) y con colores menos vistosos, verdosos o marrones, más acordes al entorno que les hacen pasar mucho más desapercibido para la vista del paseante si no vas expresamente a la busca y localización de los mismos. En España, están catalogados principalmente tres géneros, Bacillus, Clonopsis y Leptynia, y están descritas entre 10-15 entre especies y subespecies con áreas de distribución perfectamente marcadas, la zona Mediterránea y sus proximidades es la más prolífica en especies por tener terrenos más llanos y con baja altitud (hasta los 500 m de altura) que están ocupados por gran cantidad de matorrales y pastizales, donde los hábitats preferidos y más habituales para este tipo de insectos son las retamas y zarzamoras.
Los insectos palo tienen como cualquier insecto, seis patas, dos antenas y su cuerpo está constituido por cabeza, tórax y abdomen, sin embargo una característica especial que los diferencia del resto de insectos es su gran capacidad de camuflaje con el entorno que les rodea. Sus sentidos están poco desarrollados, su visión es pobre y a pesar de no tener oídos, pueden detectar el sonido sintiendo vibraciones a través del aire. Sin embargo, el sentido del olfato es el más importante y pueden oler perfectamente el aroma de las plantas que comen y los machos perciben a las hembras receptivas por las hormonas que ellas emiten lo que les permite asegurarse que pueden encontrar e identificar hembras de su propia especie. Su morfología es muy variable y con formas diferentes aunque se suelen agrupar en tres grandes grupos, los propios insectos palo, con cuerpos alargados similares a pequeñas ramitas tanto en su forma y color con las que pasan desapercibido si no te fijas con mucha atención, pudiendo tener alas o no, los insectos hoja, llamados así por su aspecto prácticamente idéntico al de las hojas de los árboles que habitan, son más anchos y de mayores tamaños que los anteriores con órganos laminares adornando principalmente sus patas y los insectos corteza, con cuerpos más robustos que las especies anteriores y donde su característica principal son la presencia de protuberancias tanto en el cuerpo como en sus patas con formas habitualmente de espinas. Los insectos palo son propios de Europa y están presentes en todo el territorio español, mientras que los insectos hoja e insectos corteza son especies alóctonas exóticas que no están presentes en el continente europeo y habitan en zonas tropicales y selváticas.
Sus hábitats habituales son árboles y arbustos de los que principalmente se alimentan de sus hojas y las formas y los colores de estos insectos palos suelen ser de gran parecido a los elementos que los rodean y pasar así lo más posible desapercibidos a los depredadores que habitan también con ellos y que se alimentan de los mismos. Habitualmente durante el día se refugian o pasan la mayor parte del tiempo escondidos y es por la noche cuando comienzan sus actividades tanto para alimentarse como para realizar la cópula o unión sexual. Su ciclo biológico es anual y son los meses más calurosos cuando su actividad aumenta continuando hasta finales del otoño, su reproducción puede ser sexual mediante la cópula de un macho y una hembra o por “partenogénesis” y que en muchas especies de insectos se reproducen de esta manera. En estos casos la presencia de un macho no es necesaria, la hembra en situaciones extremas de aislamiento sin la presencia del macho, desarrolla huevos que son fértiles sin fecundar. En este caso particular, todos los huevos generaran solamente hembras con grandes similitudes genéticas a la madre y sobre todo e importante podrán reproducirse a su vez sin problemas. Los huevos que depositan estos insectos tienen una bonita forma cilíndrica provista de un opérculo o tapadera en la parte superior que se abrirá para dar salida a la ninfa del insecto al nacer, tanto el número de huevos, su tonalidad y dibujos presentes en sus paredes dependen de cada especie. Las ninfas cuando nacen tienen el mismo aspecto pero con tamaño mucho más pequeños que los adultos y van creciendo mediante sucesivas mudas que suelen oscilar entre 5-7 mudas dependiendo de cada especie. Su ciclo de vida se estima desde meses a un máximo de tres años en algunas de las especies tropicales y su forma de defensa frente a ataques va desde asustar mediante ruidos realizados con su cuerpo, batido de alas o desprendimiento parcial de patas para entretener al atacante mientras escapan. Como la mayoría de los insectos, los machos son más pequeños y estilizados que las hembras y al ser más ligeros su capacidad de vuelo es mayor lo que les permite poder realizar sus búsquedas nupciales para poder aparearse.
Conviene recordar y es muy importante indicar que todos los fásmidos españoles, están protegidos por ley y no se pueden capturar ya que al formar poblaciones pequeñas en comparación con otros insectos, su captura podría suponer un peligro importante para la supervivencia e incluso la posible desaparición de estas especies. Las bonitas especies exóticas que veis en exposiciones y terrarios están sujetas a una serie de normas dentro de las cuales está el no poder liberarlas en nuestro medio ambiente ya que además de estar introduciendo especies extrañas a su medio natural podrían transmitir enfermedades raras o exóticas que podrían provocar la muerte e incluso la desaparición de las especies ibéricas autóctonas.
Así pues, si salís al campo y pasáis cerca de alguna retama negra o una zarzamora, deteneros un instante y mirad con cuidado en sus ramas y hojas, es posible que seáis de los pocos afortunados en ver un insecto palo, seguro que el encuentro casual no se os olvidará en la vida …….