El Abejorro carpintero

Recuerdo la primera vez que vi a estos abejorros, era un joven pichón que se entretenía observando todo tipo de insectos. Como siempre estábamos ideando con esa edad, los veía posarse en el interior de las grandes flores de Hibiscus donde iban a chupar su néctar y era en ese momento, en el que estaba el bicho entretenido, cuando yo aprovechaba y cerraba los pétalos de la flor, dejando al abejorro en el interior donde veía la sombra de este moviéndose en la bolsa de pétalos formada con mis dedos, “las veces que me habrán mordido o picado a modo de defensa a través de los pétalos y no escarmentaba, yo seguía haciendo las mismas trastadas”. Fue sin embargo pasados bastantes años más cuando descubrí sus habilidades carpinteras, de ahí su nombre “abejorros carpinteros o abejorros azules”. Estando tomándome una cerveza con sus respectivas aceitunas en el jardín de un amigo mío, de nuevo los volví a ver entrando en el tronco de su precioso membrillero en el que se veían unos grandes agujeros de más o menos dos centímetros en los que el abejorro realizaba numerosas visitas y tras su vuelo se introducía en los mismos permaneciendo dentro de ellos y pasado un cierto tiempo volvía salir y echaba a volar de nuevo. Me quedé patitieso, pues mi amigo me dijo que esos agujeros en el tronco los hacia el propio abejorro y si no lo hubiese visto con mis propios ojos, hubiera pensado que estaban hechos con una broca gruesa para madera, tal era la perfección de los agujeros. Pues bien, el invitado de hoy, es un abejorro que pertenece también a la familia de las abejas y que se encuentra clasificado dentro del género Xylocopa, donde a su vez están distribuidos unos 30 subgéneros y alrededor de unas 500 especies conocidas, ampliamente distribuidas por todo el mundo, en España el más común con diferencia es Xylocopa violácea.  Su aspecto de gran tamaño, suele alcanzar 2-3 cm de envergadura, es como el de una abeja muy grande, velluda y donde los colores más habituales suelen ser negruzcos con tonalidades azules-violáceas. Son insectos solitarios que no forman colmenas como las abejas y a menudo construyen sus nidos en la madera, aunque uno de sus subgéneros (Proxylocopa), hace sus nidos en el suelo. La mayoría de estas especies de abejorros suelen volar en solitario y presentan un grado de socialización simple, sin embargo hay algunas especies que tienden a ser gregarias, es decir, que construyen sus nidos más o menos en proximidad unos con otros. Los machos suelen realizar labores de vigilancia frente a intrusos, mientras que las madres e hijas cohabitan distribuyéndose las tareas o alternando la vigilancia de los nidos con la búsqueda de alimento. Sin embargo, sus actividades nunca llegan al grado avanzado de socialización de las especies de otros abejorros y de abejas melíferas. Son importantes polinizadores de flores y tienen una larga lengua de casi un centímetro para libar el néctar de las flores y recoger el polen, aunque hay especies que no recogen ni transportan polen. No se comen la madera, simplemente la extraen para hacer los túneles que generalmente no suelen ser dañinos para las cortezas de los árboles o maderas que agujerean, ya que son muy superficiales, de modo que nunca llegan a poner en peligro la naturaleza de la madera del árbol o la resistencia de la misma cuando se usa en una construcción, si bien los agujeros abandonados, pueden ser en el futuro un punto de posibles infecciones del árbol o de las maderas por hongos u otros parásitos y en algunos casos han podido ser causa de determinadas plagas puntuales al juntarse más ejemplares de la cuenta. Estos abejorros carpinteros con sus tonalidades oscuras son fácilmente diferenciables de otro géneros de abejorros, tanto por sus gran tamaño como por sus tonalidades oscuras lo que los hace distinguirse fácilmente de otros abejorros que vemos habitualmente entre las flores como son los del género Bombus, cuyos cuerpos están cubiertos de bandas negras y amarillas como las que vestía el famoso Willy, el amigo de la Abeja Maya. Morfológicamente, los machos se diferencian de las hembras porque suelen presentar manchas con tonalidades claras en la cara que las hembras no tienen, además de los ojos más grandes. El macho carece de aguijón y la hembra pica muy raramente y al igual que las avispas, pueden pinchar varias veces sin morir en el intento, ya que el aguijón no se queda clavado en la piel y son los machos los que habitualmente se te acercan volando, aunque son totalmente inofensivos, invitándote a dejar la zona donde tiene su refugio o sus fuentes de alimentación. Realmente son muy pacíficos si las comparamos con las avispas comunes de las que son parientes y que no dudan en picar ante la mínima molestia. En su ciclo biológico, el macho y la hembra hibernan juntos en su refugio y en la primavera se muestran activos y se aparean, construyen un nuevo nido en forma de galería horizontal y luego una vertical entre 15-20 centímetros de largo y 1,5-2 centímetros de ancho con un solo orificio de salida. Con su saliva amasan el serrín y van haciendo celdas o compartimentos separados en el interior del túnel, donde colocarán alimento y una larva, saliendo a finales de agosto las abejas jóvenes por esa galería. A pesar de su gran vistosidad son difíciles de fotografiar y se hacen notar en su vuelo, por su tamaño y el ruido que emiten. Suelen merodear los jardines floridos y fáciles de encontrar en áreas urbanas, volando cerca de los aleros de madera de las casas o dando continuas vueltas e incluso cuando escasean las flores, puede hacer recorridos de hasta 5 kilómetros de su nido.

 

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