Las Salvias

Fue en la visita a la casa de unos queridos amigos que conocimos recientemente en un evento aquí en Villaviciosa de Odón, cuando nos hablaron y enseñaron su bonito jardín y el cuidado huerto y allí vi las preciosas Salvias plantadas. Tanto el número de especies distintas que se podían ver juntas como los preciosos colores que mostraban, fue lo que me atrajo y dio la idea en esta ocasión para hablar de un tema, que aunque no domino, siempre me ha fascinado y he mostrado mi mayor interés en todo lo relacionado con el mundo de estas preciosas plantas. Por ello, he escrito este pequeño trabajo para que al igual que yo, aprendáis un poco más sobre las mismas y la próxima vez que las veáis además de admirarlas las podáis diferenciar de otras plantas que embellecen tanto el campo en sus formas silvestres como las plantadas en nuestros parques y jardines.

Las Salvias son plantas aromáticas con bonitas espigas florales y olores característicos que ya eran empleadas por egipcios, griegos y romanos en el tratamiento de ulceraciones. El origen del nombre Salvia es un cultismo derivado del latín, del verbo salvere, “curar o sanar”, donde ya Plinio el Viejo, en el siglo I d.C., la mencionaba con un significado de hierba sanadora atribuible a las propiedades medicinales asignadas a varias especies de este género y donde también, una de sus especies, la Salvia officinalis, utiliza el término “officinalis” que se asigna también a otras plantas o vegetales en el sentido de planta reconocida para su uso en “la oficina de farmacia”.  Desde el punto de vista taxonómico, las Salvias pertenecen al orden Lamiales, a la familia de las Lamiaceae y al género Salvia, que es el género más numeroso dentro de los que constituyen esta gran familia y donde el número de especies de salvias es bastante variable debido al innumerable número de especies silvestres que hay, además de la gran variedad de especies híbridas existentes. Algunos expertos indican que existen alrededor de entre setecientas a novecientas especies con diferentes formas; formando arbustos más o menos leñosos y también herbáceas. En general, la Salvia es una planta perenne, rígida, robusta y muy olorosa, sus tallos son rectos, pilosos y glandulosos. La mayoría de las hojas forman una roseta basal y son largamente pecioladas (con rabillo), ovaladas y acorazonadas en la base. Las hojas que salen del tallo son más pequeñas y no tienen pecíolo, por tanto la lámina está adherida directamente al tallo. La inflorescencia está formada por un conjunto de flores terminales entre seis a ocho flores cada uno con colores muy  variados, azules, rosas, púrpuras, rojos, blancos, bicolores, etc. El cáliz está soldado y está formado por un labio inferior trífido (hendido por tres partes) y por uno superior bífido (hendido por dos partes). La corola es bilabiada y presenta colores intensos y variados. Habitualmente tienen dos estambres, si bien en general el resto de plantas labiadas presentan cuatro. El fruto está formado por cuatro componentes dotados de cáscara de forma ovoide que suele estar cubierta por una capa mucilaginosa. En estas plantas, una de sus características es que muchas de las especies tienen pequeños pelillos (tricomas) sobre la superficie de las hojas, tallos y flores, que evitan o palían la perdida de agua de la planta y además un determinado número de pelillos, adquieren formas de pequeñas glándulas por lo que al frotarlos sus células se rompen y liberan aceites esenciales volátiles constituidos por componentes químicos de tipo terpénico y fenólico que son los que dan el peculiar aroma a este tipo de plantas. Otra de sus característica especiales es la de  tener un mecanismo de polinización muy especializado, a diferencia de otros miembros de la familia, las salvias solo tienen dos estambres y sus anteras están divididas en dos partes muy diferentes: una soporta los filamentos que contienen el polen, que están protegidos por el labio superior de la flor; la otra parte se ha extendido en una lámina similar a una espada que tiene la función de cerrar el tubo parcialmente y recibir a los insectos polinizadores y abejorros cuando empujan su probóscide para alcanzar la reserva de polen. Si un insecto toca esta lámina, los filamentos en el otro extremo de la estructura se mueven hacia adelante y tocan el dorso del insecto. En la siguiente flor, este polen con suerte acabará en el estigma, que sobresale claramente de la corola. Esta característica, las hace ser muy apreciadas por las abejas que producen un tipo de miel con un sabor y olor muy característicos.

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