El Acebo navideño

Recuerdo mi infancia, cuando íbamos a la Plaza Mayor de Madrid, al mercado navideño, a comprar las figuritas del belén que se nos habían roto el año anterior, alguna nueva más para ir completando cada vez más el pequeño belén, lo que le iba dando un mejor caché a tu belén frente al de tus primos cuando iban a visitarte y por supuesto  a comprar las panderetas o zambombas, yo era más bien solista de estas últimas. Allí veías los puestos donde estaban, los pinos para adornarlos de preciosas bolas de colores, musgos para los belenes y los haces de ramas de muérdago y acebo. De este último, es del que os voy a comentar algunas de sus peculiaridades, ya que es una de las plantas más populares como uso para adornos navideños, debido a los brillantes frutos rojos que contrastan con sus verdes hojas en pleno invierno, y que forma parte de nuestra tradición decorativa navideña tras sustituir al muérdago, en la tradición occidental católica.

El acebo (Ilex aquifolium), su nombre proviene de diferentes epítetos latinos ílex: nombre latino dado a una especie de Quercus y «aquifolium»: procedente de la combinación acus-folium con el sentido de hojas picantes, por lo que pinchan”. Es un pequeño árbol o arbusto de la familia de las Aquifoliáceas, de aspecto leñoso que puede alcanzar los 15-20 m y corteza lisa con un color inicialmente verdosa que poco a poco va oscureciéndose tomando tonalidades grisáceas. Sus hojas son persistentes, simples, alternas y con forma ovalada, donde una de sus principales características es que los bordes de las hojas son fuertemente espinosos, sobre todo en los ejemplares jóvenes y en las ramas más bajas en los adultos, aunque en las plantas jóvenes no son, ni espinosas lateralmente, ni coriáceas y de color mucho más claro sobre todo en  las ramas superiores. Las hojas son bastante duraderas, muy rígidas y coriáceas además de tener un color verde brillante por el haz y verde amarillento mate por el envés. Las flores tienen colores que van desde el blanco, rosado y ocasionalmente manchadas de púrpura y la floración del acebo suele presentarse entre los meses de abril a junio. Pero sobre todo, una de las características que le identifica, son sus frutos carnosos y globosos, caracterizados por un color verde inicialmente, que luego va oscureciéndose conforme va madurando hasta alcanzar un color rojo brillante, algunas veces amarillo vivo, en los que su maduración es bastante tardía, sobre octubre a o noviembre, donde permanecen mucho tiempo en el árbol durante todo el invierno. El acebo, es originario del sur y este de Europa y suelen encontrarse muchas veces, bien como ejemplares aislados o en pequeños grupos de árboles entremezclados en bosques de hayedos y robledales, prefiriendo los sitios húmedos.

Su procedencia tiene como origen el centro y sur de Europa, donde desde tiempos pasados se le utilizaba en múltiples celebraciones y en los que los diferentes pueblos primitivos le otorgaban un significado diferente. Los celtas creían que protegían de los seres malignos, además de brindar suerte y prosperidad y sus usos variaban según la época del año. Los romanos fundamentalmente lo usaban como adornos en los obsequios en las Saturnales, que eran las fiestas dedicadas a Saturno y que tenían lugar entre el 17-23 de diciembre, donde esencialmente celebraban el comienzo de un nuevo año. Y por último, los cristianos consideraron que los frutos representaban la sangre de Cristo, y las hojas, la corona de espinas. En la actualidad, su bonita floración blanca unida a los preciosos frutos rojos ha hecho que esta popular planta sea muy utilizada para hacer adornos en las festividades navideñas ya que está considerada  como un símbolo de la continuidad de la vida.

Desde el punto de vista medioambiental, ha llegado a estar en peligro de extinción debido a su excesivo corte para, ebanistería y adornos navideños sobre todo. Por ello, en la actualidad se encuentra prohibido hacerlo en toda Europa y debido a ello la forma de adquirir el acebo es mediante su compra en viveros o mediante la siembra de sus semillas. Además el acebo realiza un papel medioambiental importante ya que al no perder la hoja, los frutos sirven de alimento a numerosos mamíferos, aves y ganado durante los meses de invierno, cuando el alimento escasea y su enmarañado ramaje ofrece protección frente a las inclemencias del tiempo dando refugio a numerosos animales que se resguardan bajo sus copas.

Pero el acebo, además de ser una planta representativa de la Navidad y tener desde la antigüedad una utilización importante en jardinería como planta ornamental por la belleza de sus hojas y frutos, tiene diversos usos y es una de los grandes aliados de la medicina alternativa gracias a sus múltiples beneficios para la salud. Los especialistas indican que el acebo tiene importantes propiedades medicinales; se le considera  un buen diurético, laxante y antipirético, debido a que contiene ácido iléxico, que ayuda al organismo a eliminar el exceso de líquido. Ya los antiguos griegos, entre ellos Aristóteles, desatacaba que sus principales efectos medicinales se encontraban en las hojas. Es importante resaltar que las bayas o frutos son muy tóxicos y en grandes dosis pueden provocar la muerte, por lo que solamente se utilizan las hojas en forma de infusiones y que son usadas fundamentalmente en tratamientos tales como: resfriados, fiebres intermitentes e incluso viruela, entre otros. También actúa en sobre la  presión arterial alta y circulación sanguínea y contra el mareo, como un calmante y además está recomendado en personas con epilepsia y episodios de histeria. Está claro, que todas estas ventajas para la salud, han de ser acordes y estar sujetas al dictamen de un médico o farmacéutico especialista siguiendo sus instrucciones pertinentes.

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