Las Agallas vegetales

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Inicio este corto artículo recordando mis años infantiles cuando iba de excursión con mi padre por el bosque de La Herrería en El Escorial y buscando y rebuscando por el suelo o en las ramas de los árboles, donde solo se oían los continuos repiqueteos en los troncos de los árboles de los bonitos pájaros carpinteros, siempre aparecían bien caídas en el suelo o sobre las finas ramas junto a las hojas de los robles unas bonitas y ligeras bolas de color marrón parecidas al corcho que atraían mi curiosidad y que habitualmente abrías con cuidado e ibas vaciando para dejar un hueco al que hacías un pequeño agujero y ponías un pequeño palito con lo que simulabas una pipa a modo de las que veías a tus mayores. Así eras feliz y las conservabas como un tesoro en tu caja de zapatos debajo de la cama, eran nuestros imaginativos  juguetes de antaño, donde todavía no se conocía la electrónica, continué creciendo y mi curiosidad me llevo a ir estudiando otras diferentes especies de agallas vegetales y desde entonces no he parado de mirarlas y estudiarlas.

¿Qué son las agallas vegetales?

De forma simplificada y entendible, las agallas vegetales o cecidias son estructuras anormales que se producen sobre los tejidos u órganos de las plantas y que se desarrollan por la reacción específica a la presencia o actividad de un organismo que las ataca siendo los más frecuentes los insectos, que tanto al intentar alimentarse de las partes de la planta como para utilizarla como refugio, la propia planta genera una reacción de rechazo que origina un desarrollo anormal de sus tejidos u órganos. Este fenómeno no hay que confundirlo con los ataques minadores de otros insectos fitófagos que minan las cortezas de los árboles o las envolturas de hojas que realizan otras especies de artrópodos para hacer sus nidos ya que estas últimas no originan anormalidades en el crecimiento de la planta. La Cecidología es la ciencia forestal que se encarga del estudio de las agallas vegetales y los expertos indican que se conocen más de 15000 especies en el mundo, solamente en Europa están presentes más de 200 tipos de agallas fundamentalmente sobre especies del género Quercus (robles, alcornoques y encinas). Las formas de las agallas son muy variadas, alargadas, esféricas, semiesféricas, con forma de clavo, de bolsa, de maza, etc., su tamaño varía desde pocos milímetros a unos cuantos centímetros, sus estructuras cambian de tiernas a leñosas y su superficie también es muy variable; irregular, cubierta de pilosidades, pegajosa, lisa, estriada, espinosa, etc.  Estas formas dependerán del parásito que las origine, aunque cada organismo formador de agallas también infecta un órgano concreto de la planta.

  1. Agallas de Forda marginata (Aphididae, pulgón) en Pistacia terebinthus (Cornicabra)
  2. Agallas de Diplolepis rosae (avispa) en Rosa canina (Rosal silvestre)
  3. Agallas de Andricus quercustozae (avispa) en Quercus pyrenaica (Roble melojo)
  4. Agallas de Dryomyia lichtensteini (mosca) en hojas de Quercus ilex (Encina)

¿Cómo se forman y cuál es su función?

Las agallas se originan al deformarse o engrosar total o parcialmente, las hojas, nervios foliares, tallo, frutos, etc. del vegetal y por lo general no afecta al crecimiento de la planta, salvo que los insectos constituyan una plaga. La agalla comienza en el momento en que la hembra del insecto inocula los huevos en el interior del tejido vegetal, entonces la agalla comienza a crecer alrededor de los huevos, quedando éstos incluidos dentro de una o diversas cámaras. En su interior, las larvas se alimentan de los tejidos vegetales nutricios de la agalla al amparo de las inclemencias ambientales. Cuando los insectos se han desarrollado se abren paso a través de la gruesa pared de la agalla para salir al exterior, proceso en el que invierten mucho tiempo y energía y por lo general, los adultos no se alimentan y dedican su corta vida a la reproducción. A veces es habitual que del interior de las agallas emerjan individuos de diferentes grupos de artrópodos, además de los adultos de los cinípidos que las han inducido, algunos se alimentan de los tejidos nutricios de la agalla para completar su desarrollo, otros parasitan las larvas de diferentes cinípidos, causando su muerte, y otros se desarrollan únicamente al final de la vida útil de la agalla. Así pues, el interior de las agallas es el escenario de una red trófica en miniatura y el de una lucha por la supervivencia entre diferentes artrópodos.

¿Cuáles son los principales insectos que originan las agallas vegetales?

Aunque también otros artrópodos, nemátodos, hongos o bacterias pueden generar las agallas vegetales, son los insectos los principales generadores de las mismas. A estos  insectos se les denominan gallícolas y son los cinípidos o avispas de las agallas, himenópteros  pertenecientes a la familia Cyinipidae. Son avispas fitófagas, esto es, se alimentan exclusivamente de tejido vegetal que las diferencia de otros grupos de avispas, la mayoría carnívoras o parasitoides de otros insectos y su principal característica es su capacidad para formar las agallas vegetales. Su tamaño es muy pequeño, apenas alcanzan unos pocos milímetros de longitud y las hembras inoculan los huevos en el interior del tejido vegetal de las plantas que parasitan, mayoritariamente árboles pertenecientes al género Quercus, como los robles, alcornoques  o encinas, aunque también parasitan gran cantidad de otras especies de árboles y arbustos. Las agallas se desarrollan por la actividad de la propia avispa y de su interacción con el tejido vegetal y suelen estar íntimamente relacionadas el tipo de plantas con la especie de insecto, además de generar una tipología también específica de agalla. Hay otro grupo importante de pequeñas avispas parasitoides que inoculan los huevos en el interior del cuerpo de las larvas de los diferentes cinípidos mediante sus largos ovopositores (órgano alargado para depositar los huevos) mientras éstos se encuentran dentro de las agallas. Así pues, es de esperar que, del interior de las agallas con cinípidos parasitados, acaben emergiendo, mayoritariamente, los adultos de las avispas parasitoides. Actualmente, existen programas de liberación de parasitoides para controlar algunas plagas causadas por cinípidos. Por último existe también una gran diversidad de artrópodos que también viven dentro de las agallas; coleópteros, lepidópteros, dípteros, etc., estos generalmente se desarrollan una vez ya han emergido los cinípidos y actúan como inquilinos secundarios.

Biorhiza pallida, avispa de las agallas del roble
https://en.wikipedia.org/wiki/Biorhiza_pallida

Así pues, cuando vayas por el campo, recordad que, incluso en los elementos o espacios más pequeños, existen sistemas altamente desarrollados con relaciones muy ricas y diversas.

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